Columna por: Jacqueline Campos
Carmen es migrante de Sinaloa, radica en el Valle de San Quintín donde trabajó como jornalera y formó su propia familia. Hace un par de años vivió dos situaciones estresantes muy agudas, incluyendo el diagnóstico de discapacidad intelectual de su hija de ocho años de edad y el duelo por la muerte inesperada de una tía a causa del cáncer, quien fue como una madre para Carmen.
Mientras trataba de adaptarse a estas situaciones dolorosas, la silenciosa enfermedad del cáncer se instaló en su cuerpo, sin ella saberlo. Sin embargo para fortuna de Carmen, ella conocía los síntomas del cáncer de mama en esa época porque asistió a pláticas de prevención en un centro de salud comunitario.
La primera anomalía que detectó fue una bolita en el seno derecho al bañarse, el descubrimiento la llenó de pavor al recordar que su tía había muerto a causa del cáncer de mama al tercer mes después de recibir el diagnóstico. Carmen sintió el temor como un pesado saco que la sofocaba y a pesar de cargar con el miedo corrió a la clínica, el diagnóstico fue un fibroma benigno.
Carmen con cierta tranquilidad, retomó su trabajo en los surcos, pero al poco tiempo se presentó la segunda anomalía: la falta de fuerza en el brazo derecho que atribuyó al esfuerzo físico. El cáncer estaba afectando sus ganglios linfáticos y ella lo ignoraba.
La tercera anomalía se apareció días después, cuando se miró al espejo ella notó un hundimiento extraño en el mismo seno con fibroma, entonces un sudor frío la invadió. Notar el hundimiento le recordó la plática de prevención: “un hundimiento o cambio extraño en forma de la mama puede ser un síntoma, si tienes un familiar directo que tuvo cáncer de mama tu probabilidad de padecerlo aumenta”.
Ante esto, el miedo a la muerte se apoderó de las emociones de Carmen, sus piernas no querían moverse parecían enraizadas a la tierra pero el amor a su familia la hizo correr nuevamente a la clínica. Tenía 39 años cuando se hizo la primera mamografía que confirmó 9 tumoraciones.
Para Carmen el miedo a la muerte se volvió como su sombra, como un saco invisible que aprisiona; temerosa pero con una fe renovándose en su interior esperó el 21 de octubre – día de la mastectomía radical – una fecha que marcó un antes y un después en su vida. Tuvo que viajar constantemente desde San Quintín a Ensenada, en cada viaje recorrió 335 kilómetros hasta la clínica con atención oncológica (atención que carece su municipio de San Quintín). Allá le retiraron el seno derecho y 19 ganglios linfáticos. Recibió 4 ciclos de quimioterapia.
El 2021 fue año intenso que trasformó a Carmen: su larga cabellera que llegaba hasta las sus caderas desapareció, dejó de trabajar, suspendió el apoyo externo para la discapacidad de su hija, renovó su vida espiritual, pero redescubrió el amor incondicional de su esposo y sus hijos. Ella sabe que la probabilidad de que el cáncer vuelva a su cuerpo es mayor en ella, en comparación con las mujeres que nunca han padecido la enfermedad; sin embargo la nueva Carmen es una mujer de cabello corto, sonrisa amplia y mirada luminosa que irradia paz.
Aprendió que las alabanzas calman espanta los temores, que el miedo se desvanece con oración. Su fe la mantiene viviendo tranquila y cuando tiene la oportunidad de compartir a otros su testimonio afirma “mi experiencia dolorosa con el cáncer me hizo renacer. Sé que se puede vivir y sonreír, no pensando en el qué dirán…sólo por la dicha de estar aquí con las personas que Dios puso a mi alrededor”.
Carmen Carrillo le ganó al cáncer. Hoy con disciplina toma medicamentos oncológicos y lo hará por varios años. Ella pertenece a la asociación “Mujeres de San Quintín que viven y luchan contra el cáncer” y hace activismo en favor de la prevención. Quiere contribuir a que más mujeres lleguen a un diagnóstico oportuno y que no mueran como su tía, porque ahora Carmen sabe por experiencia que el cáncer de mama ¡Sí es curable cuando se detecta a tiempo!
Agradecemos la ilustración cortesía de la artista Kiki Suárez https://www.facebook.com/artekikimundo
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Jacqueline Campos Rodríguez es licenciada en Psicología y Maestra en Administración de Organizaciones, egresada de la Universidad Autónoma de Yucatán. Además de contar con múltiples capacitaciones, se ha desempeñado en las áreas de psicoterapia, docencia, consultoría organizacional, así como escritora emergente, productora y locutora en la radio XEQIN.
