Artículo del ingeniero Alejandro Espinoza Arroyo, publicado el 25 de septiembre de 2013
Desde 1802, año en que fue inaugurado el panteón misionero de El Rosario, con motivo del asiento del segundo sitio de la misión de Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Viñadaco, se han sepultado año con año a infinidad de residentes, y a personas que les tocó quedar en ese lugar, ya sea por caprichos o por azahares de la vida.
Sin embargo, en las antiguas tumbas es poco o nada lo que queda a la vista, casi todo se ha perdido, y como el terreno que ocupa el camposanto es de sólo una hectárea, y se han sepultado a cientos o a miles de parroquianos, encimados hasta en cinco o seis cuerpos, alineados en igual número de ocasiones, en periodos que van de los cuarenta a los sesenta años entre un sepultado y el siguiente.
Ante esto, el panteón a lo largo de más de 211 años ha presentado distintos alineamientos en sus tumbas, mismas que en la actualidad se forman con la cabecera hacia el oeste, hacia donde el sol se pierde, hacia el ocaso del mismo, emulando el ocaso de la vida.
Cuando de sepultar a un nuevo difunto se trataba, eran sepultados en terreno que estaba sin señas de sepulcros, aparentaba que no se había sepultado a nadie antes.
Sin embargo, al encontrar restos óseos, se hacía caso omiso del hallazgo, y se continuaba sepultando al recién fallecido, sobre quien unas décadas después recibía encima a otro, que cuando fue sepultado el anterior, muchas veces el que recién llegaba a la tumba, ni siquiera había nacido, sin siquiera saber quiénes fueron aquellos seres.
En agosto de 1976, cuando contaba con 18 años de edad, me di a la tarea de anotar los nombres, y dibujos de las que según mi apreciación en aquel año eran las tumbas con mayor antigüedad, siendo así que en la actualidad tengo la fortuna de contar con los datos precisos de todas las tumbas en lo que he llamado ‘El Llanito’.
Ahora no existen ni rastros, o muy pocos de aquellas tumbas, que pretendemos rescatar, dignificar y reinsertar al lugar donde descansan nuestros seres queridos, que aunque a muchos no los conocimos, pero sabemos que fueron nuestros forjadores; nos heredaron sus costumbres, identidad, arraigo, y sentido de pertenencia a Baja California, y a la patria mexicana que nos vio nacer.
Recientemente elaboré un plano con los datos de todos y cada uno de ellos, y el sitio exacto donde se encuentran, todo partiendo de mis apuntes levantados en agosto de 1976.
Existían, en 1976, dos tumbas sin nombre que de manera borrosa se leía en una: “Falleció en 1817, y en otra tenía una cruz, y “año 1802”, ambas en trozos de placas de ónix, lo que nos da a entender que en esos lugares no se encuentran encimados los cuerpos, tal vez porque las tumbas fueron hechas con mayor detalle y durabilidad.
Existían datos curiosos como: Catarino Duarte Espinoza, se lee falleció tal día de tal mes, a las tres de la tarde, pero no dice el año, esa tumba aún existe.
En la placa de ónix del jovencito Juan Ortega Espinoza, decía: Falleció por heridas en el ‘audón’ y el ‘costado’.
Sin mayor preámbulo, con los datos que encontré en 1976, y de algunos que fueron sepultados en el lugar recientemente, entre ellos a mi padre: Julio Espinoza García, quien fue sepultado en la orilla norte del llanito el 4 de Abril de 2012.
Dejo constancia que la tumba completa con mayor antigüedad que encontré es la de Loreto Castro de Espinoza, madre fundadora de la familia ‘Espinoza’ en Baja California, y fue sepultada en ese lugar en 1838, a la edad de 80 años.
Comentario adicional:
En el marco del Día de Muertos, este lunes 02 de noviembre los residentes acudieron al panteón en una visita breve, sin aglomeraciones por las medidas preventivas de la pandemia, siendo un año en que incluso este tipo de tradiciones han sido afectadas.
Dentro de estas acciones, la delegada municipal, Yulma Inés Espinoza Verdugo, reiteró a la población la importancia de continuar practicando las tradiciones, con la finalidad de seguir transmitiéndolas a las nuevas generaciones.
Asimismo, aunque este año todas las actividades fueron ajustadas por la contingencia, la zona del panteón fue limpiada previamente para el ingreso de los colonos.
El artículo completo, sin alteraciones, puede ser consultado en este enlace.